EGIPTO
Los enfrentamientos entre manifestantes hostiles al poder militar y las fuerzas de seguridad se reanudaron ayer en El Cairo, al día siguiente de unos choques sangrientos que el primer ministro egipcio, Kamal El Ganzuri, tildó de «contrarrevolución». El balance de los choques del viernes ante la sede del Gobierno subió a «9 muertos y 361 heridos», indicó Fouad al-Nawaoui, ministro de Salud. El Consejo Consultivo creado por la Junta ha perdido ya a 11 de sus 30 miembros.
Christophe de Roquefeuil (AFP) | EL CAIRO
Los enfrentamientos que estallaron el viernes en la capital egipcia, y que ayer seguían dejando víctimas, son los más graves desde la muerte de 42 personas en noviembre, a raíz de las protestas contra el poder militar que se ha hecho con el poder en el país. El ciclo electoral iniciado el 28 de noviembre no ha logrado apagar las protestas.
Ayer por la mañana, las fuerzas de seguridad tomaron el control de las inmediaciones de la sede de Gobierno. Soldados y policías cerraron los accesos a la zona, desplegando alambradas a cientos de metros de la plaza Tahrir, epicentro de la movilización ciudadana.
Pero tras varias horas de calma, todavía por la mañana, se produjeron enfrentamientos esporádicos con grupos de manifestantes, que lanzaron piedras y cócteles molotov, según constató un periodista de France Presse.
Arden las tiendas
Unos hombres vestidos de civil les lanzaban piedras y botellas incendiarias desde los tejados de los edificios vecinos. Además, podían verse llamas saliendo de un edificio del Ministerio de Transportes, situado en la zona, así como de otro edificio público. Los enfrentamientos se extendieron más tarde a otros puntos de los alrededores de la plaza Tahrir.
Centenares de personas se encontraban en dicha plaza expresando su rechazo al poder militar. Lo hacían con gritos como «el pueblo quiere la ejecución del mariscal Husein Tantawi», el jefe de la Junta Militar egipcia, y lanzaban piedras a los soldados, que equipados con material antidisturbios golpeaban a los manifestantes con sus porras.
El suelo de la plaza cairota estaba lleno de basura y restos de adoquines arrancados de las aceras, mientras ardían decenas de hogueras donde se consumían los restos de tiendas de campaña que, según los manifestantes, fueron quemadas por los propios militares.
En uno de los laterales de Tahrir, un camión de bomberos se afanaba en apagar una de las hogueras, mientras muchos jóvenes, con pañuelo palestino al cuello, observaban su labor.
Los soldados estaban concentrados a la entrada del puente Qasr al Nil, el acceso principal a la plaza, donde decenas de jóvenes, algunos con palos, les increpaban y lanzaban piedras.
También los militares estaban desplegados en la calle Qasr al Aini, que desemboca en Tahrir, para impedir el acceso de los manifestantes a la sede del Parlamento y del Consejo de Ministros, donde se iniciaron los choques la madrugada del viernes.
Matones infiltrados
Amira e Ibrahim, de 17 y 18 años, seguían desde uno los laterales lo que ocurría en el interior de la plaza, donde tan pronto los militares cargaban contra los manifestantes, como retrocedían a sus posiciones. «Ahora en la plaza hay muchos `baltaguiya' (matones) infiltrados que buscan pelea y lanzan piedras contra los soldados», dijo Amira, que aseguró que acudía todos los días a la plaza para participar en la acampada que había hasta ayer mismo contra el primer ministro, Kamal Ganzuri. «Los que están atacando al Ejército no son manifestantes, sino `baltaguiya'», señaló la joven.
El primer ministro Kamal El Ganzuri indicó que 18 personas fueron heridas de bala, pero aseguró que ni la Policía ni el Ejército abrieron fuego. Acusó a «elementos infiltrados» que «no quieren el bien de Egipto», sin dar más precisiones.
«Los que están en la plaza Tahrir no son los jóvenes de la revolución», afirmó, refiriéndose a la revuelta que acabó con el régimen de Hosni Mubarak en febrero. «No es una revolución, sino una contrarrevolución», dijo el primer ministro, en alusión a los enfrentamientos con las fuerzas del orden del viernes.
A pesar de estas declaraciones, 11 de los 30 miembros de un «consejo asesor» creado por los militares para «colaborar» con las fuerzas policiales presentaron su renuncia en protesta por la actitud del poder militar. «Hemos hecho algunas recomendaciones el viernes, por lo que nos sorprendió que no se tuviesen en cuenta y que sigan produciéndose víctimas el sábado», dijo el vicepresidente de la Junta, Abul Ela Madi, dirigente del partido islamista Wassat.
Dicho órgano consultivo, liderado por el candidato presidencial Amr Musa y que pretendía aconsejar a las fuerzas de seguridad en materia política, había amenazado el viernes con dimitir si sus recomendaciones para salir de la crisis no eran implementadas. Musa declaró en una cadena egipcia que dicho órgano suspendió sus reuniones hasta que el Consejo Supremo acate sus directrices, entre ellas, la detención de la violencia contra los manifestantes. Dado que dicha violencia continuó ayer, comenzó la cascada de renuncias en el seno del consejo.
Los enfrentamientos comenzaron el viernes por la mañana, entre las fuerzas policiales y los manifestantes que desde finales de noviembre acampaban ante la sede del Gobierno para protestar por la decisión del Ejército de nombrar a un primer ministro, Kamal el Ganzuri, que ya fue jefe de gobierno del presidente derrocado Mubarak. Los manifestantes piden también el final del poder militar.
Miles de egipcios en los funerales por el clérigo muerto el viernes
Miles de personas participaron ayer, en presencia del gran muftí de Egipto, Ali Gomaa, en los funerales por el clérigo Emad Effat, una de las nueve víctimas producidas en los enfrentamientos del viernes.
El jeque Emad Effat era uno de los altos cargos de Dar al Iftah, el órgano que dicta los edictos islámicos en Egipto, según ha informado la agencia de noticias egipcia Mena.
El mismo viernes, varias decenas de personas, entre familiares y amigos de Emad Effat, se concentraron frente al hospital Kasr el Aini para aguardar al cuerpo del clérigo y proceder con la ceremonia fúnebre.
El gran muftí de Egipto, el jeque Ali Gomaa, acudió al centro hospitalario para aclarar que Effat no murió «por pasar» al lado de los manifestantes, como alegaba un primer comunicado oficial de los militares.
Muchos de los heridos en los enfrentamientos presentaban heridas de bala, aunque el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas insiste en negar que las tropas hayan usado armas de fuego y ha rechazado las acusaciones esgrimidas por los activistas que han señalado a los soldados como culpables de insuflar los altercados al tratar de dispersar una sentada a las afueras de la sede del Gobierno egipcio. El Consejo Supremo ha defendido la actuación del Ejército y ha alegado que en ningún momento trató de dispersar por la fuerza una sentada de manifestantes frente al Gobierno sino que respondió a un ataque contra un militar.
El Ministerio francés de Exteriores denunció ayer «el uso excesivo de la fuerza» contra los manifestantes egipcios. GARA
Los enfrentamientos entre manifestantes hostiles al poder militar y las fuerzas de seguridad se reanudaron ayer en El Cairo, al día siguiente de unos choques sangrientos que el primer ministro egipcio, Kamal El Ganzuri, tildó de «contrarrevolución». El balance de los choques del viernes ante la sede del Gobierno subió a «9 muertos y 361 heridos», indicó Fouad al-Nawaoui, ministro de Salud. El Consejo Consultivo creado por la Junta ha perdido ya a 11 de sus 30 miembros.
Christophe de Roquefeuil (AFP) | EL CAIRO
Los enfrentamientos que estallaron el viernes en la capital egipcia, y que ayer seguían dejando víctimas, son los más graves desde la muerte de 42 personas en noviembre, a raíz de las protestas contra el poder militar que se ha hecho con el poder en el país. El ciclo electoral iniciado el 28 de noviembre no ha logrado apagar las protestas.
Ayer por la mañana, las fuerzas de seguridad tomaron el control de las inmediaciones de la sede de Gobierno. Soldados y policías cerraron los accesos a la zona, desplegando alambradas a cientos de metros de la plaza Tahrir, epicentro de la movilización ciudadana.
Pero tras varias horas de calma, todavía por la mañana, se produjeron enfrentamientos esporádicos con grupos de manifestantes, que lanzaron piedras y cócteles molotov, según constató un periodista de France Presse.
Arden las tiendas
Unos hombres vestidos de civil les lanzaban piedras y botellas incendiarias desde los tejados de los edificios vecinos. Además, podían verse llamas saliendo de un edificio del Ministerio de Transportes, situado en la zona, así como de otro edificio público. Los enfrentamientos se extendieron más tarde a otros puntos de los alrededores de la plaza Tahrir.
Centenares de personas se encontraban en dicha plaza expresando su rechazo al poder militar. Lo hacían con gritos como «el pueblo quiere la ejecución del mariscal Husein Tantawi», el jefe de la Junta Militar egipcia, y lanzaban piedras a los soldados, que equipados con material antidisturbios golpeaban a los manifestantes con sus porras.
El suelo de la plaza cairota estaba lleno de basura y restos de adoquines arrancados de las aceras, mientras ardían decenas de hogueras donde se consumían los restos de tiendas de campaña que, según los manifestantes, fueron quemadas por los propios militares.
En uno de los laterales de Tahrir, un camión de bomberos se afanaba en apagar una de las hogueras, mientras muchos jóvenes, con pañuelo palestino al cuello, observaban su labor.
Los soldados estaban concentrados a la entrada del puente Qasr al Nil, el acceso principal a la plaza, donde decenas de jóvenes, algunos con palos, les increpaban y lanzaban piedras.
También los militares estaban desplegados en la calle Qasr al Aini, que desemboca en Tahrir, para impedir el acceso de los manifestantes a la sede del Parlamento y del Consejo de Ministros, donde se iniciaron los choques la madrugada del viernes.
Matones infiltrados
Amira e Ibrahim, de 17 y 18 años, seguían desde uno los laterales lo que ocurría en el interior de la plaza, donde tan pronto los militares cargaban contra los manifestantes, como retrocedían a sus posiciones. «Ahora en la plaza hay muchos `baltaguiya' (matones) infiltrados que buscan pelea y lanzan piedras contra los soldados», dijo Amira, que aseguró que acudía todos los días a la plaza para participar en la acampada que había hasta ayer mismo contra el primer ministro, Kamal Ganzuri. «Los que están atacando al Ejército no son manifestantes, sino `baltaguiya'», señaló la joven.
El primer ministro Kamal El Ganzuri indicó que 18 personas fueron heridas de bala, pero aseguró que ni la Policía ni el Ejército abrieron fuego. Acusó a «elementos infiltrados» que «no quieren el bien de Egipto», sin dar más precisiones.
«Los que están en la plaza Tahrir no son los jóvenes de la revolución», afirmó, refiriéndose a la revuelta que acabó con el régimen de Hosni Mubarak en febrero. «No es una revolución, sino una contrarrevolución», dijo el primer ministro, en alusión a los enfrentamientos con las fuerzas del orden del viernes.
A pesar de estas declaraciones, 11 de los 30 miembros de un «consejo asesor» creado por los militares para «colaborar» con las fuerzas policiales presentaron su renuncia en protesta por la actitud del poder militar. «Hemos hecho algunas recomendaciones el viernes, por lo que nos sorprendió que no se tuviesen en cuenta y que sigan produciéndose víctimas el sábado», dijo el vicepresidente de la Junta, Abul Ela Madi, dirigente del partido islamista Wassat.
Dicho órgano consultivo, liderado por el candidato presidencial Amr Musa y que pretendía aconsejar a las fuerzas de seguridad en materia política, había amenazado el viernes con dimitir si sus recomendaciones para salir de la crisis no eran implementadas. Musa declaró en una cadena egipcia que dicho órgano suspendió sus reuniones hasta que el Consejo Supremo acate sus directrices, entre ellas, la detención de la violencia contra los manifestantes. Dado que dicha violencia continuó ayer, comenzó la cascada de renuncias en el seno del consejo.
Los enfrentamientos comenzaron el viernes por la mañana, entre las fuerzas policiales y los manifestantes que desde finales de noviembre acampaban ante la sede del Gobierno para protestar por la decisión del Ejército de nombrar a un primer ministro, Kamal el Ganzuri, que ya fue jefe de gobierno del presidente derrocado Mubarak. Los manifestantes piden también el final del poder militar.
Miles de egipcios en los funerales por el clérigo muerto el viernes
Miles de personas participaron ayer, en presencia del gran muftí de Egipto, Ali Gomaa, en los funerales por el clérigo Emad Effat, una de las nueve víctimas producidas en los enfrentamientos del viernes.
El jeque Emad Effat era uno de los altos cargos de Dar al Iftah, el órgano que dicta los edictos islámicos en Egipto, según ha informado la agencia de noticias egipcia Mena.
El mismo viernes, varias decenas de personas, entre familiares y amigos de Emad Effat, se concentraron frente al hospital Kasr el Aini para aguardar al cuerpo del clérigo y proceder con la ceremonia fúnebre.
El gran muftí de Egipto, el jeque Ali Gomaa, acudió al centro hospitalario para aclarar que Effat no murió «por pasar» al lado de los manifestantes, como alegaba un primer comunicado oficial de los militares.
Muchos de los heridos en los enfrentamientos presentaban heridas de bala, aunque el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas insiste en negar que las tropas hayan usado armas de fuego y ha rechazado las acusaciones esgrimidas por los activistas que han señalado a los soldados como culpables de insuflar los altercados al tratar de dispersar una sentada a las afueras de la sede del Gobierno egipcio. El Consejo Supremo ha defendido la actuación del Ejército y ha alegado que en ningún momento trató de dispersar por la fuerza una sentada de manifestantes frente al Gobierno sino que respondió a un ataque contra un militar.
El Ministerio francés de Exteriores denunció ayer «el uso excesivo de la fuerza» contra los manifestantes egipcios. GARA
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